Comenzaré con una frase adecuada para esta tarde; “Educar es encender un fuego y ese fuego alumbra la humanidad” – William Butler Yeats
Muy buenas tardes amigos y amigas: autoridades locales, miembros del claustro docente, familias, estudiantes, y especialmente, los alumnos galardonados en este acto.
Hoy estamos aquí para celebrar actitudes no muy apreciadas en la sociedad actual; el mérito, el esfuerzo y el trabajo. Todos conocemos como ciertos valores donde se asentaron los principales avances sociales y económicos de la humanidad han decaído dando paso a una cierta banalidad. La sociedad del conocimiento y la experiencia se ha suplantado en cierto modo por la sociedad del espectáculo y las redes sociales. Y eso es un signo preocupante. Y es por ello aún mas meritorio lo que hoy celebramos. Hay alumnos y alumnas en estos Institutos de Vera que no se han dejado llevar por las tentaciones que apartan a la juventud de su mejor destino, son los mejores alumnos quienes en un mundo de inmediatez, distracción y ruido, han decidido optar por lo difícil: estudiar y aprender.
Es para mí un honor acompañaros en este acto de reconocimiento que promueve la Asociación de Amigos del Instituto Fernando el Católico de Vera en colaboración activa con el Excmo. Ayuntamiento de Vera y la Fundación Unicaja. Ante todo, he de resaltar que este acto es un ejemplo por lo lo que significa como estímulo y reconocimiento a los alumnos que hoy recibirán sus premios. Y por ello caben algunas reflexiones. Porque no se trata solo de premiar a quienes han demostrado ser los mejores en su recorrido estudiantil sino de detenernos colectivamente a pensar por qué es tan importante formar, educar y cultivar el conocimiento en nuestros jóvenes. Qué significa realmente aprender. Y qué implica para la sociedad que unos jóvenes decidan entregarse al estudio dedicando trabajo, esfuerzo e ilusión.
Vivimos en una época contradictoria. Por un lado, nunca hemos tenido tanta información disponible, nunca ha sido tan fácil acceder a contenidos, cursos, libros, ideas. Pero, por otro lado, también vivimos una era de banalización y de cierta frivolidad. En ese contexto, estudiar, pensar, leer, hacerse preguntas profundas, se convierte casi en un acto de rebeldía.
La educación es la base de una sociedad desarrollada, es mucho más que transmitir contenidos. Es una forma de emancipación. Enseñar a pensar es enseñar a ser libre. Y ser libre no es hacer lo que a uno le apetezca, sino saber por qué se hace, valorar la repercusión de lo que se hace, tener criterios, principios y valores. Por eso, cuando un joven se educa, está dando forma a su personalidad, apostando por un futuro, y no es solamente prepararse para un empleo, sino también para una vida plena, para una existencia con sentido, y para una participación activa en la sociedad.
Solo el conocimiento permite salir de la ignorancia , es decir, solo el conocimiento permite acercarse a la verdad. Pero hay que resaltar algo importante; aquel que ha tenido oportunidad de educarse, adquiere entonces la responsabilidad de devolver a la sociedad esos bienes intelectuales que ha conseguido. Esta es una responsabilidad permanente, imperecedera. El que ha tenido el privilegio de estudiar, no puede desentenderse del que no ha tenido esa posibilidad. Tiene una deuda, una obligación moral.
Yo creo firmemente en la juventud, en su vigor, en su capacidad de ilusión. Hoy me llevo de este salón una satisfacción personal infinita, como alumno que fui y como profesor que fui , veo que la semilla de la educación ha prendido en esta juventud de Vera y de la Comarca. Vosotros y vuestro esfuerzo sois parte de una obra mayor en la que intervienen vuestros padres, vuestros profesores y si sabéis elegirlos también vuestros amigos, se trata que entre todos se pueda lograr una sociedad mejor capaz de responder a los retos que os aguardan. Por eso es necesario expandir la educación a todas las esferas sociales, singularmente a los menos favorecidos. Como periodista y escritor percibo un mundo donde las sociedades libres se debilitan, donde los discursos simplistas ganan terreno, donde la manipulación sustituye al debate racional. Donde la propaganda gana a la razón. Donde el oportunismo gana terreno al esfuerzo. Y en ese escenario, solo una ciudadanía educada puede sostener una sociedad libre, justa y avanzada.
He de manifestar mi convencimiento que la educación es el eje principal sobre el que se articulan el progreso y la prosperidad de cualquier sociedad.Asimismo creo que no puede haber una sociedad desarrollada sin educación cívica. El civismo es un valor pre político, incluso pre democrático, es la relación de armonía del individuo y la sociedad. No hay progreso sin formación integral. Y no hay paz sin cultura del esfuerzo, del respeto, del compromiso social. Por eso, premiar hoy estos alumnos excelentes es también una manera de subrayar el valor del esfuerzo individual para formar una comunidad en armonía. Vosotros habéis demostrado algo importante, la vocación de saber, el orgullo del deber cumplido y la superación personal.
Hay que decir que el camino del conocimiento no es fácil. Nadie prospera sin esfuerzo. El estudio requiere disciplina, paciencia, constancia y afán de una superación personal. Requiere saber renunciar a lo inmediato para aspirar a lo verdadero. Decía el poeta Antonio Machado: «Todo lo que se ignora, se desprecia». Por eso es tan peligrosa la ignorancia: porque hace individuos violentos, arrogantes, cerrados a la reflexión y el dialogo. Por contra el que sabe, entiende que no lo sabe todo. Sabe que siempre puede aprender algo nuevo. Sabe escuchar, dialogar, comprender.
Hoy, en este acto, quiero rendir homenaje no solo a los alumnos premiados, sino a todos los que se esfuerzan cada día, aunque no siempre tengan medallas. A esos estudiantes que luchan contra las dificultades, que estudian por las noches, que ayudan en casa, que se levantan temprano, que fallan, pero lo intentan de nuevo. Porque la excelencia no solo es un momento de gloria, es también un proceso largo de voluntad y entrega.
Y me dirijo también a los padres, madres, profesores y profesoras. Porque ustedes son los jardineros de ese talento. Sin su acompañamiento, sin su ejemplo, sin su apoyo, el talento no florece. La educación no es solo una tarea escolar: es una tarea moral, civilizadora, patriótica. Puede parecer una palabra alti- sonante, pero lo repito, patriótica, porque formar bien a los jóvenes ayudarles a lograr sus aspiraciones es apostar por un país mejor.
Desde la perspectiva social educar es una tarea trascendental, es ofrecer herramientas para pensar, para cuestionar, para decidir. Una educación de calidad debe formar personas libres, no peones obedientes. Críticos, no fanáticos. Valientes, no sumisos. Por eso hay que defender la educación frente a quienes la degradan o la manipulan. La enseñanza debe orientarse por la verdad, por el mérito y por la razón alejada de la imposición de ningún dogma.
La humanidad ha atravesado periodos de iluminación y periodos de decadencia. La educación ha sido y será el motor de la iluminación. Cicerón lo resumió una frase de carácter universal «La educación ha creado la civilización, y sin ella, la civilización perecerá». Cuando se desprecia el conocimiento, la historia se repite como tragedia. Y entonces comprendemos que la cultura, lejos de ser un lujo, es un escudo. Una barrera frente a la manipulación.
Jóvenes; sois el futuro y debéis seguir en la senda del esfuerzo , porque hay un futuro ilusionante que os aguarda. Debéis saber que educarse no es solo un derecho. Es también un privilegio y una misión. Hay millones de niños en el mundo que no pueden ir a la escuela. Hay países donde estudiar es un acto clandestino. Donde leer es un acto de resistencia. Aquí, en esta tierra privilegiada de libertad y paz, tenéis la posibilidad de estudiar, de aprender, de crecer. No la desperdiciéis. No caigáis en el error de creer que estudiar es solo una obligación. Vuestra voluntad habrá de guiaros hacia un destino donde se realicen vuestras ilusiones. Si llegáis a ese destino habréis de encontrar una forma de devolver a la sociedad lo que ella os ha dado.
Tenéis que saberlo, queridos alumnos, somos una Comarca que ha conocido la pobreza, la miseria y el olvido. Habréis de saber que vuestros abuelos, los padres de vuestros abuelos y vuestros padres han procurado una vida mejor para vosotros y para todos nosotros. Habéis nacido con la estrella del progreso y eso obliga a mantener viva la llama del progreso. Porque ¿para qué sirve el conocimiento si no se pone al servicio del bien común? ¿Para qué sirve saber mucho, si uno se encierra en su torre de marfil y se olvida del mundo? El conocimiento debe ser solidaridad. Debe ser servicio. Debe ser luz para orientar.
Espero que entendáis el alcance de estos premios que hoy habéis recibido, quiero que os llene de legítimo orgullo, que un día podáis mostrarlo a vuestros hijos para inculcarles los valores que habéis recibido de vuestros padres y profesores
Como sabréis yo nací en Garrucha, y recuerdo en mi juventud hace ya muchos años, aquel día que corrió por la Comarca la voz de la inauguración del Instituto Laboral de Vera. Fue un acontecimiento grandioso. Una oportunidad que aprovecharon miles de jóvenes de Vera y la Comarca, muchos de ellos, muchísimos, se esforzaron para alcanzar un futuro mejor. Aquella semilla del saber prendió y Vera y la Comarca conocieron una época de superación de aquellas limitaciones que vivieron sus padres y abuelos.
Los alumnos que hoy premiamos han demostrado saber mucho. Pero espero que también haya aprendido algo más: que el conocimiento nunca acaba. Que estudiar es una forma de vivir. Que la sabiduría no es un destino, sino un camino.
Gracias por vuestra atención. Enhorabuena a los premiados. Y a todos los alumnos de estos centros: seguid caminando, con esfuerzo. Con pasión. Con esperanza. Porque en vuestras mochilas lleváis el porvenir de España.
Muchas gracias.
