La inauguración del Instituto laboral de Vera en junio de 1.952 fue uno de los hitos más relevantes de la historia reciente de Vera y su Comarca. Quienes vivieron aquel acontecimiento guardan memoria del impacto vital en la sociedad de la época donde se abrían de manera efectiva oportunidades para tantas generaciones de jóvenes que encontraron en el Instituto un camino recto para alcanzar sus aspiraciones.
Durante tantos años de fecunda labor se han sucedido generaciones de jóvenes de todos los pueblos vecinos y singularmente de Vera y la huella del Instituto está muy presente en el sentimiento imborrable de aquellos años que determinaron nuestro futuro. La importancia de vincular el nuevo centro de enseñanza al nombre de un personaje reconocido en la historia de Vera respondía también a la figura singular de un Rey, Fernando de Aragón y Castilla, llamado Fernando el Católico, cuya huella imborrable en la Historia de España resalta la importancia que se pretendía para nuestro Instituto. De manera natural este nombre fue recibido por los veratenses así como los pueblos vecinos que orgullosamente comparten los hechos que aquí ocurrieron hace cinco siglos y que determinaron la historia de esta Comarca.
Por ello resulta extraño que sin protesta alguna y alterando la naturalidad de los hechos se cambiara el nombre original de Fernando el Católico para sustituirlo por otro sin vínculo alguno con nuestro presente ni con nuestro pasado, un acto impropio de reinterpretación del sentir colectivo. Pocas dudas puede haber sobre la importancia para España, para Europa y para el mundo de aquel Rey que dignificó a Vera reconociéndole sus títulos y su grandeza.
Resulta razonable pensar que cuando se asigna un nombre a un centro de enseñanza o una institución de una determinada ciudad deberían tenerse en cuenta diversos factores que determinen que su elección ha sido correcta y adecuada, y en modo alguno es adecuado asignar un nombre a espaldas de la ciudadanía y, menos aún un nombre vacuo carente de sentido con intención soterrada de borrar un pasado aunque se hiciera al amparo de una la ley que otorga al claustro de profesores y al consejo escolar la potestad para hacerlo. El sentido común nos dice que el nombre debería ser algo importante, preferiblemente vinculado al pueblo y extraído de su historia, de su geografía, de sus tradiciones, de sus antepasados ilustres y, utilizando siempre nuestra lengua materna, el español. En definitiva, la elección debe ser muy cuidadosa para que el pueblo se sienta orgulloso de su Centro y de su denominación, algo que en el caso que nos ocupa no se cumple en lo que a denominación se refiere. De otra parte, no debemos olvidar que se trata de algo definitivo, y no se entiende que un claustro de profesores/consejo escolar que tienen un mandato temporal decidan sobre algo definitivo para la ciudad y sus ciudadanos; incluso puede darse la circunstancia, y de hecho se da, de miembros del consejo que no tienen vínculo alguno con la ciudad, en una palabra, están de paso. Mientras tanto, el nombre del Centro permanece asociado para siempre a la historia del pueblo.
Por todo ello, lo sucedido en el año 1989 cuando rebautizaron nuestro antiguo Instituto Laboral «Fernando el Católico» con el nombre «Alyanub», no nos parece que fuera justo ni democrático, todo se hizo a espaldas del pueblo, nadie se enteró. A todas luces resulta intolerable que el argumento utilizado, según consta en la carta que el 14-03-1989 dirigió el director del Centro al Excmo. Sr. Alcalde de Vera, fuera “que se había tratado de encontrar un nombre que acogiera a toda la comarca de Vera, debido a la procedencia del alumnado y que a ser posible no fuera nombre de persona”. Las personas de Vera y su comarca mayores de 40 años, sabemos perfectamente que el argumento utilizado no respondía la verdad, en aquella época la totalidad del alumnado, salvo alguna excepción si es que la había, era oriundo de la comarca de Vera y su zona de influencia. Aún hoy día hay mucha gente que desconoce el nombre del Centro, y la mayoría no sabe el significado de ese nombre árabe inapropiado, su traducción es «el Sur», ¡pero el Sur de qué!, nadie lo sabe. En definitiva, sin objetar para nada la legalidad del cambio de denominación del Centro, la decisión, cuanto menos, fue inapropiada, injustificada e innecesaria.
Desde el principio, una de las iniciativas de nuestra Asociación ha sido la de intentar por procedimientos adecuados restituir la denominación actual del Centro por la original de «Fernando el Católico», posiblemente el mejor rey de la historia de España, fue decisivo en el porvenir de nuestro pueblo, reconocido internacionalmente y con fuertes vínculos con el pueblo de Vera, su comarca y su historia. Al frente de sus tropas reconquistó Vera (en poder musulmán) de forma pacífica en 1488, y le concedió el título de «Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Vera» así como su escudo. Nos consta que se trata de una tarea complicada pero necesaria, y para ello, entendemos que la participación de nuestra sociedad junto al Ayuntamiento de Vera y el claustro/consejo escolar es fundamental. No obstante, estamos convencidos de que solo el consenso determinará esta iniciativa inspirada en la coherencia y en el respeto a todos y cada uno de los vecinos de Vera y la Comarca que estoy seguro que comparten la importancia sustantiva del nombre.
Y si alguien piensa ¿cómo se va a cambiar el nombre del Centro después de 30 años? la respuesta es muy sencilla: si se rebautizó en el año 1989 después de 37 años con argumentos incoherentes y sesgados, ¿porqué ahora no se podría cuando hay argumentos fundamentados avalados por la historia?.
JOSE MARIA RUBIO CASQUET
Presidente de la Asociación de Amigos del Instituto
Laboral “Fernando el Católico” de Vera.